sábado, 31 de enero de 2009

CURSI Y RUDO


Rudo y cursi
Supongo que no es difícil convencer a cualquiera de nuestros compatriotas de que la identidad nacional mexicana navega entre la rudeza y la cursilería. Supongo también que ya fuiste a ver esta película, que si andabas de humor te gustó y que reconociste a nuestra querida sudcaliforniana Dolores Heredia, Lolita Heredia con cariño, haciéndola de madre, precisamente, del rudo y del cursi.
Es una comedia, y en un tono heredado por Y tu mamá también, del 2000, casi ya con una década de por medio, nos llega esta secuela que se cuela con gracia, todavía, por tratarse de fútbol y rancheritas (las canciones) o música grupera, o de banda, como gustes llamarlas, que al fin y al cabo sabemos que se trata de lo mismo: música de baja calidad cuyo atractivo radica en ver quién levanta más polvito con sus botitas picudas en un estadio Arturo C. Nahl lleno de atletas del hot-dog & beer e instalaciones sanitarias de primera. “Primera y última vez que vengo a un baile sarra para la chuntarada”. ¡Perdón por los comentarios clasistas! (já). Bueno, cosa muy distinta es cuando el cantante que berrea es Gael García, porque lo hace tan convincentemente que espero no lo maten los narcos y entonces sí lo canoniza el pueblo con devoción lela. ¡Perdón por los comentarios clasistas, una vez más! (jé).
Esta cinta es para adolescentes y adultos pues las bromitas que se gastan en los baños de los vestidores parecen sacadas de sitios semiporn internet. Lo bueno es que es en tono de comedia, si no, censura, Derechos Humanos y lo que resulte se hubieran unido en su contra, allí mismo afuera de taquilla. No se aguanta la palomilla.
Básicamente, esta película se puede interpretar como una reacción ante años de enlelamiento televisa cobijados bajo el binomio gobierno-SEP para garantizar que México siga siendo un país rico en pobreza. De acuerdo a esta realista comedia que casi parece un documental, las tres grandes opciones para la juventud están en convertirse en futbolista, cantante berreador de himnos campiranos de ingenuidad ramplona o narco que te quiero narco. Así las cosas, de ser recolectores de plátanos, pasan a ser famosos. Con un sabio argentino como narrador (Batuta), la historia nos lleva de la mano desde el ascenso hasta el descenso a esa fama televisiva que el público disfruta tanto como una crucifixión.
Carlos Cuarón, hermano menor de Alfonso, se sacó la lotería al tener como productores a los tres magos del cine mexicano actual: Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu. Juntos son la productora “cha cha chá” un chá por cada cual, un tino inigualable para calibrarle el gusto al respetable. Palabrotas van y vienen pero con gracia, incluso con moraleja, porque entre apuestas y necedades románticas, el gordo cuñado narco construye más rápido la mansión de ensueño frente al mar que quería la mamá de los dos inmaduros protagonistas.
¡No te estoy contando el final! Simplemente te conmino a que veas esta cinta que apela a las dos principales características del ser nacional, antes de que la quiten. No es bueno verla en versión pirata porque esta película da gusto verla en el anonimato, junto a la muchedumbre en la oscuridad que se carcajea y celebra el ingenio mexicano, la ausencia de censura calculada y estirada al máximo. Cuando esa ausencia de censura llegue a la tele entonces equivaldrá a una segunda revolución cultural y no habrá necesidad de ninguna placa conmemorativa, pues la gente es más lista de lo que sus gobernantes creen.

BENJAMÍN BOTÓN


El curioso caso de Benjamin Button
¿13 nominaciones podrán considerarse ave de mal agüero? Al güero Brad Pitt no creo. Un buen gringo no es supersticioso porque ser supersticioso es de mala suerte y esta película, traducida literalmente de The Curious Case of Benjamin Button a El curioso caso de Benjamín Button tendrá repercusiones históricas en la memoria de los niños de esta nueva era que inaugura Obama. ¿O vamos a negar que esta película de tres horas vale lo que dura en oro? Sin desperdicio.
Es muy raro encontrar cintas de esta duración que no te hagan volver al reloj como si el tiempo no avanzara. De hecho, la historia inicia con el reloj más raro del mundo: uno que marcha hacia atrás como los cangrejos, desafiando al infinito. Mosaico de personajes memorables, hay algo negro en esta película y me refiero al color de piel del presidente norteamericano del mundo actual. Aunque el póster de la cinta se lo llevan los güeros, en realidad quien salva la fuerza de la narración son los personajes negros, quienes se atreven a enunciar que el peor defecto de un bebé que parece chicharrón prensado no es ése sino ser blanco. Jajajá bien por la negra deslenguada y su fervor cristiano de secta loca que grita ¡Aleluya! a la menor provocación. Así, abandonado en los escalones de un porche, el bebé que parece retazo de menudo crudo es adoptado por una negra estéril cuya labor es cambiarle los pañales a los moribundos de un asilo de ancianos.
Como en los cuentos de hadas, el papá del bebé es rico dueño de una fábrica de botones y con la casualidad que se apellida Button (que en inglés ya sabes lo que significa), un día el papá le da la culpa y se va a pistear con su hijo sin que el anciano sepa que ese joven hombre es su padre. No, te digo, si los gringos están mejor-peor que los guionistas de televisa. En esta peli de fantasía, el niño tiene la peculiaridad de haber nacido viejito, y cuando se muera, porque se va a morir (os lo advierto, y no es fantasía si no verdad bíblica y científica) pues parece un bebé Gerber. Jajajá. Ah que los gringos y sus lindas gringadas. Con esta historia sí que dan ganas de suscribirse de por vida a revistas tan prestigiosas como Insólito y cositas así.
Las medias caras del cartel, los reconociste, son Brad Pitt y Cate Blanchet. Esta última sobresale por su belleza sutil de prima ballerina, una figura estilizada como si fuera de porcelana, etérea cual canción de Ricardo Montaner, já. Pues bien, también aparece en este fino filme la inefable Tilda Swinton, cuya belleza enigmática es un poema visual imperecedero, un cisne, una medusa, un copo de nieve. Con decirles que sólo por verla a ella vale la espera que no desespera.
Nominada a trece premios de la academia, hagan sus apuestas, señores y señoras. El director David Fincher ha logrado una obra maestra que es un premio a una sociedad que ha pasado de ser inmadura a madura del 2008 al 2009, porque aunque Bush dejó el changarro que parecía el malecón paceño después del carnaval, Obama, negrito bailarín, educado en Harvard, ha llegado a demostrar que no se necesita ser rubio para ser inteligente y que lo cortés no quita lo valiente. Así, este filme será la cereza del pastel que corone una noche memorable en la entrega de los Óscares este marzo. La política y la cultura se pondrán a la misma altura. ¡Cómo hemos rezado para que un día la política sudcaliforniana estuviera a la altura de las expectativas de sus pobladores! Porque hay un Dios, no cesaremos en nuestros deseos, predicando con el ejemplo. Si los gringos ya dieron el primer caso, no veo por qué nosotros no podamos madurar.

AUSTRALIA


Australia
Con la crisis global que ya se sentía venir, Australia, nada tonta, se ha puesto el huarache mucho antes de espinarse. Esto es, esta cinta tiene múltiples propósitos benignos: que la gente como tú y como yo soñemos con ir algún día a visitar aunque sea como turistas la gran isla continente y comprobar que los canguros poseen una gracia marsupial ineludible; que es un territorio fascinante, enorme, árido, inusual, desconcertante, apabullante, fotogénico, cuya población se gana el pan de cada día con dignidad. Los japoneses que vean esta cinta que dura tres horas (en esto se parece a Benjamin Button), verán la problemática secuencia de guerra en la que Japón bombardea el puerto australiano de Darwin, durante la Segunda Guerra Mundial. No me pregunten por qué una guerra tiene que ir con mayúsculas, porque responderé que para que nadie olvide sus duras lecciones. Tercer punto relevante: la cinta desenmascara el terrible mal del racismo latente en la naturaleza humana. Los aborígenes y mestizos australianos sufrieron las de Caín y Abel (porque Abel también sufría, ¿qué no?) por parte de algunos insensatos que aseguraban que en su negrura radicaba instintivamente el mal moral.
Hay quien se atreve a sugerir que la actuación de Nicole Kidman es tiesa, cuando precisamente el personaje evoluciona de una tiesura tipo Sonia Infante a un desenvolvimiento tipo María Félix. Bueno, de veras que hay gente que nomás le gusta hablar mal por hablar. Su colega, el galán Hugh Jackman, hace el papel de Drover, oficio que consiste en trasladar el ganado a galope. El personaje de Kidman es Lady Sarah Ashley, inglesa que enviuda en Australia. En la vida real, Kidman es una australiana que nació en Hawai pero que la mayor parte de su vida la ha vivido en Australia.
Australia es una nación de inmigrantes cuyo censo revela que tiene 21 millones de almas viviendo allí, un cuarto de la población es de fe protestante y el otro cuarto son católicos, y se llevan bien. No son enemigos ni ponen calcomanías en sus casas de intolerancia bajo el amparo de la Virgencita de Guadalupe. Están tan lejos de los demás, que no se andan por las ramas a la hora de organizar los juegos olímpicos. Su nuevo primer ministro, Kevin Michael Rudd es un rubio inteligente, que habla chino con fluidez, y que ha intervenido públicamente para pedir al gobierno chino respete a los tibetanos (lo cual está en chino). Kevin Rudd es mi ídolo, pues también sigue defendiendo públicamente a las víctimas de los horribles abusos sufridos por los aborígenes australianos durante décadas.
Uno no puede dejar de vincular la riqueza de esta historia, Australia, el filme, con el devenir cinematográfico de nuestra nación. Cuando se nos ha dado la gana, se defienden los derechos indígenas a través del aburrido cine panfletario, o peor aún, del melodrama ridículo tipo Tizoc, María Candelaria, o la comedia baratita de la India María, ¡aunque por lo menos NO evitan el tema! Cuando en México se acabe la censura, indios y mestizos exorcizarán sus demonios y el gobierno tendrá que pedir disculpas por el abuso de pensar que merecen menores salarios que los criollos o que no tienen iguales capacidades para dirigir el país. Cómo nos hace falta otro Benito Juárez pero que no sea el Gober Precioso, porque ahí sí que el mestizaje resultó distorsionado. Por lo pronto, te recomiendo esta película que intenta reconciliar la culpa de un pueblo dividido por el color de su tez. Se vale llorar cuando el niño canta y se sacrifica por su madre adoptiva.

viernes, 16 de enero de 2009

WOODY ALLEN BARCELONA


CINE SEMANA
Dr. Rubén Olachea, PhD, UABCS
(rolachea@yahoo.com, rolachea.blogspot.com)
Vicky Cristina Barcelona







Para empezar bien el 2009, un enero pleno de buen cine. Woody Allen nació en 1935 y desde 1950 ha escrito para la televisión y para el cine, así que esta es su más reciente película. Con la novedad de que explora lo español, específicamente en la bella ciudad de Barcelona.
Los personajes más relevantes para nosotros los hispanohablantes quizá sean, con justa razón, los protagonizados por Javier Bardem y Penélope Cruz. Él es Juan Antonio y ella María Elena, una pareja de artistas en amor loco.
Woody Allen es más bien un director no tan comercial como se acostumbra en la costa Oeste, sino que pertenece a su entrañable Nueva York, en la costa Este americana. Aunque bien conocido, últimamente sus películas no eran de alto presupuesto, pero esta vez se ha lanzado con todo por la ventana, al punto que dineros públicos españoles lo apoyaron para que el reparto recibiera buena paga.
Es muy curiosa la sonoridad del título, que es muy fonético en el sentido español, que va de un bisílabo como Vicky, a un trisílabo como Cristina y luego llega al tetrasílabo Barcelona, construyendo así una especie de escalonado acústico que desconcertó a algunos creativos españoles, Pedro Almodóvar incluido. Su musa, Penélope Cruz, ya demuestra ser musa de otros grandes directores, y va que vuela a ser una segunda Sofía Loren, algo que Julia Roberts, pese a su gracia, no fue. Penélope es menudita, petit size, y la cámara está enamorada de ella.
Aunque el personaje de Penélope Cruz aparece, digamos, a partir de la segunda mitad de la cinta, es innegable que la española lo hace con grandes atributos histriónicos. La hace muy bien de histérica loca, de artista trastornada, gritona, visceral, escandalosa, despeinada, digamos, la típica vecina. Jajaja. La diferencia, porque hay diferencias, es que en este caso se trata de una gran artista, pintora, con un gran talento y más que talento, genio. Algo, bien sabemos, de lo que anda escaso el mundo últimamente.
Pero ¿le creeremos a María Elena que es genial o que simplemente es geniuda? Bueno, aquí la última palabra la tendrá el respetable. Lo que sí les ruego es que la vayan a ver cuanto antes, pues esta es la última semana que está aquí en La Paz, la quitarán el jueves, y además está en horario medio escondido, compartiendo con otra cinta la misma sala. En el póster veremos a los dos consagrados actores españoles, juntos con Scarlett Johansson, la rubita que establece el triángulo amoroso.
Una de las escenas más intensas es cuando María Elena explota y le dice a Cristina (Scarlett) que padece de “insatisfacción crónica”, pues nunca está satisfecha y sólo sabe lo que no quiere, mas no sabe lo que quiere. Típico de Allen presentar las vicisitudes de la burguesía, aunque no de manera densa sino ligera, y su toque de humor vuelve como en los viejos tiempos, así que los fans están de plácemes con el retorno de un Woody Allen alegre y poético a la vez. Algunos detractores exigentes ya lo acusaban de demencia senil, pero esta vez tan no se esmera en complacer, que lo logra sin gran dificultad. Como los buenos vinos.
No te la pierdas por favor. Yo por poco muero de risa al final, cuando vuelve la loca pistola en mano disparando a diestra y siniestra, pero sobreviví.