El curioso caso de Benjamin Button
¿13 nominaciones podrán considerarse ave de mal agüero? Al güero Brad Pitt no creo. Un buen gringo no es supersticioso porque ser supersticioso es de mala suerte y esta película, traducida literalmente de The Curious Case of Benjamin Button a El curioso caso de Benjamín Button tendrá repercusiones históricas en la memoria de los niños de esta nueva era que inaugura Obama. ¿O vamos a negar que esta película de tres horas vale lo que dura en oro? Sin desperdicio.
Es muy raro encontrar cintas de esta duración que no te hagan volver al reloj como si el tiempo no avanzara. De hecho, la historia inicia con el reloj más raro del mundo: uno que marcha hacia atrás como los cangrejos, desafiando al infinito. Mosaico de personajes memorables, hay algo negro en esta película y me refiero al color de piel del presidente norteamericano del mundo actual. Aunque el póster de la cinta se lo llevan los güeros, en realidad quien salva la fuerza de la narración son los personajes negros, quienes se atreven a enunciar que el peor defecto de un bebé que parece chicharrón prensado no es ése sino ser blanco. Jajajá bien por la negra deslenguada y su fervor cristiano de secta loca que grita ¡Aleluya! a la menor provocación. Así, abandonado en los escalones de un porche, el bebé que parece retazo de menudo crudo es adoptado por una negra estéril cuya labor es cambiarle los pañales a los moribundos de un asilo de ancianos.
Como en los cuentos de hadas, el papá del bebé es rico dueño de una fábrica de botones y con la casualidad que se apellida Button (que en inglés ya sabes lo que significa), un día el papá le da la culpa y se va a pistear con su hijo sin que el anciano sepa que ese joven hombre es su padre. No, te digo, si los gringos están mejor-peor que los guionistas de televisa. En esta peli de fantasía, el niño tiene la peculiaridad de haber nacido viejito, y cuando se muera, porque se va a morir (os lo advierto, y no es fantasía si no verdad bíblica y científica) pues parece un bebé Gerber. Jajajá. Ah que los gringos y sus lindas gringadas. Con esta historia sí que dan ganas de suscribirse de por vida a revistas tan prestigiosas como Insólito y cositas así.
Las medias caras del cartel, los reconociste, son Brad Pitt y Cate Blanchet. Esta última sobresale por su belleza sutil de prima ballerina, una figura estilizada como si fuera de porcelana, etérea cual canción de Ricardo Montaner, já. Pues bien, también aparece en este fino filme la inefable Tilda Swinton, cuya belleza enigmática es un poema visual imperecedero, un cisne, una medusa, un copo de nieve. Con decirles que sólo por verla a ella vale la espera que no desespera.
Nominada a trece premios de la academia, hagan sus apuestas, señores y señoras. El director David Fincher ha logrado una obra maestra que es un premio a una sociedad que ha pasado de ser inmadura a madura del 2008 al 2009, porque aunque Bush dejó el changarro que parecía el malecón paceño después del carnaval, Obama, negrito bailarín, educado en Harvard, ha llegado a demostrar que no se necesita ser rubio para ser inteligente y que lo cortés no quita lo valiente. Así, este filme será la cereza del pastel que corone una noche memorable en la entrega de los Óscares este marzo. La política y la cultura se pondrán a la misma altura. ¡Cómo hemos rezado para que un día la política sudcaliforniana estuviera a la altura de las expectativas de sus pobladores! Porque hay un Dios, no cesaremos en nuestros deseos, predicando con el ejemplo. Si los gringos ya dieron el primer caso, no veo por qué nosotros no podamos madurar.
¿13 nominaciones podrán considerarse ave de mal agüero? Al güero Brad Pitt no creo. Un buen gringo no es supersticioso porque ser supersticioso es de mala suerte y esta película, traducida literalmente de The Curious Case of Benjamin Button a El curioso caso de Benjamín Button tendrá repercusiones históricas en la memoria de los niños de esta nueva era que inaugura Obama. ¿O vamos a negar que esta película de tres horas vale lo que dura en oro? Sin desperdicio.
Es muy raro encontrar cintas de esta duración que no te hagan volver al reloj como si el tiempo no avanzara. De hecho, la historia inicia con el reloj más raro del mundo: uno que marcha hacia atrás como los cangrejos, desafiando al infinito. Mosaico de personajes memorables, hay algo negro en esta película y me refiero al color de piel del presidente norteamericano del mundo actual. Aunque el póster de la cinta se lo llevan los güeros, en realidad quien salva la fuerza de la narración son los personajes negros, quienes se atreven a enunciar que el peor defecto de un bebé que parece chicharrón prensado no es ése sino ser blanco. Jajajá bien por la negra deslenguada y su fervor cristiano de secta loca que grita ¡Aleluya! a la menor provocación. Así, abandonado en los escalones de un porche, el bebé que parece retazo de menudo crudo es adoptado por una negra estéril cuya labor es cambiarle los pañales a los moribundos de un asilo de ancianos.
Como en los cuentos de hadas, el papá del bebé es rico dueño de una fábrica de botones y con la casualidad que se apellida Button (que en inglés ya sabes lo que significa), un día el papá le da la culpa y se va a pistear con su hijo sin que el anciano sepa que ese joven hombre es su padre. No, te digo, si los gringos están mejor-peor que los guionistas de televisa. En esta peli de fantasía, el niño tiene la peculiaridad de haber nacido viejito, y cuando se muera, porque se va a morir (os lo advierto, y no es fantasía si no verdad bíblica y científica) pues parece un bebé Gerber. Jajajá. Ah que los gringos y sus lindas gringadas. Con esta historia sí que dan ganas de suscribirse de por vida a revistas tan prestigiosas como Insólito y cositas así.
Las medias caras del cartel, los reconociste, son Brad Pitt y Cate Blanchet. Esta última sobresale por su belleza sutil de prima ballerina, una figura estilizada como si fuera de porcelana, etérea cual canción de Ricardo Montaner, já. Pues bien, también aparece en este fino filme la inefable Tilda Swinton, cuya belleza enigmática es un poema visual imperecedero, un cisne, una medusa, un copo de nieve. Con decirles que sólo por verla a ella vale la espera que no desespera.
Nominada a trece premios de la academia, hagan sus apuestas, señores y señoras. El director David Fincher ha logrado una obra maestra que es un premio a una sociedad que ha pasado de ser inmadura a madura del 2008 al 2009, porque aunque Bush dejó el changarro que parecía el malecón paceño después del carnaval, Obama, negrito bailarín, educado en Harvard, ha llegado a demostrar que no se necesita ser rubio para ser inteligente y que lo cortés no quita lo valiente. Así, este filme será la cereza del pastel que corone una noche memorable en la entrega de los Óscares este marzo. La política y la cultura se pondrán a la misma altura. ¡Cómo hemos rezado para que un día la política sudcaliforniana estuviera a la altura de las expectativas de sus pobladores! Porque hay un Dios, no cesaremos en nuestros deseos, predicando con el ejemplo. Si los gringos ya dieron el primer caso, no veo por qué nosotros no podamos madurar.
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