domingo, 15 de marzo de 2009

LA ENTREVISTA DEL ESCÁNDALO


Aunque no ganó sus nominaciones al Premio de la Academia, esta película ha ganado diversos premios en festivales de cine. Es una cinta que aborda con realismo una famosa entrevista realizada por David Frost al entonces ya expresidente Richard Nixon, tras el escándalo Watergate. Se trata, evidentemente, de una película política, pero con el matiz del mundo del espectáculo. David Frost no era un entrevistador de presidentes, sino de gente famosa en general, un playboy del jetset en Inglaterra y Australia que quería hacer fama en Estados Unidos. Con esta entrevista lo consiguió: la entrevista rompió récords mundiales de audiencia: más de 400 millones de personas en el mundo.
La famosa entrevista del escándalo sucedió en 1977, en una casa habitación en California. Un millonario acuerdo previo estipulaba que sólo un cuarto de la entrevista podía versar sobre el escándalo político: una serie de actos corruptos de la Casa Blanca en relación con espionaje y micrófonos intervenidos para vigilar a la oposición, así como amenazas y crímenes tales como incendios deliberados, sobornos, tráfico de influencias. Cosas que nos suenan tan familiares hoy y que quedan sintetizados en la palabra fraude.
El presidente Nixon, durante la entrevista, juega hábilmente con la mente del entrevistador, al punto de controlar su voz para no poder ser interrumpido, y hacer parecer linduras sus tropelías. Cuando pasan imágenes de matanzas a civiles en Camboya, una invasión absurda y cruel, él culpa al enemigo y la gente incluso empieza a decir que votarían por él de nuevo. La entrevista parece en realidad un torneo de box. El entrevistador queda a merced del ridículo.
Llegado el momento final, la última sesión sobre el Watergate, que irónicamente, se ha vuelto una especie de apellido para cada nuevo escándalo político, Frost contraataca. Revela que su equipo de colaboradores ha hecho una investigación exhaustiva de archivos que no habían sido sacados a la luz pública, en los que se demuestra que el entonces Presidente sabía con antelación, meses atrás, de ciertas irregularidades que involucraban dinero mal habido. Es tal la sorpresa e indignación del ex Mandatario que empieza a perder el control en sus palabras y enuncia: hay cosas ilegales que un presidente tiene que hacer; el hecho que las haga un Presidente las vuelve legales.
Frost, quien al principio no se atrevía a interrumpir a un hombre con la investidura presidencial, se queda atónito. A este nivel, la entrevista ya es histórica. De ser un hombre lúcido, el entrevistado pasa al de un hombre perdido por el poder. Pero lo que a Frost le interesa más es conseguir algo que una buena parte del público norteamericano quería: que Nixon pidiera disculpas. Pero se niega. Y ahí es cuando se revela su verdadera figura en podredumbre. Una generación capaz de admitir haber cometido errores, pero imposibilitada, por su formación arrogante e ignorante, a pedir perdón.
Esta película es ampliamente recomendable a todos aquellos interesados en el mundo del periodismo, de la investigación académica, en la política. Han pasado treinta y dos años de la entrevista y aún mantienen vigencia muchos de sus temas, pues la corrupción defrauda y los medios son capaces de modificar el panorama. El director es Ron Howard, el mismo del Código Da Vinci, y los protagonistas son Frank Langella como Richard Nixon y Michael Sheen como David Frost. Véla pronto pues la quitarán este jueves.

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