domingo, 5 de junio de 2011

MILLENIUM 2

Deja todo lo que estés haciendo y corre a ver esta película sueca. No hay bronca si no viste la primera parte. Se trata de una trilogía inteligente, así que no habrá lagunas ni escenas que te dejen con la cara de “what?” sino con cara de “because!”.
El título original, en sueco, es Flickan som lekte med elden, pero en México se le conoce como Millenium 2: La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina. Ojo: no confundir galón con “bidón”, esa es la versión española, pero al fin y al cabo es la misma peli, genial, por cierto. En cuestión de dos horas, la película te lleva a experimentar una conexión de alto nivel con la crueldad del mundo, el periodismo, la cultura nazi en los países nórdicos, que conlleva altas dosis de misoginia, racismo y discriminación. La historia se va construyendo ni pausada ni vertiginosamente. Lo primero sería la usanza del cine europeo con pretensiones intelectualoides y lo segundo sería la excusa gringa para justificar su frecuente imbecilidad. No los odio, nada más exhibo lo que muchos ya se dieron cuenta.
Pues bien, la historia fue escrita fue Stieg Larsson, un gran periodista sueco que le dio por escribir novelas y ya que murió se volvió un éxito mundial al grado que se andan peleando por su herencia y su biografía. ¡Qué milagro y uno que pensaba que sólo en México hay nacos! Tal es la intriga que quieren borrar su historial periodístico, pues deja mal parado al poder real en los países nórdicos, Europa y el resto del mundo. Larsson sabía de lo que estaba escribiendo, no alucinaba. Es el antecedente inmediato a Wikileaks.
Millenium viene a ser una revista tipo Proceso en México, que devela la podredumbre del sistema y expone a sus protagonistas. No es casual que nosotros también tengamos diario, revista y un buen canal de televisión homónimos. Claro, el título es Milenio en español, no en latín.
El personaje central, Lisbeth Salander, interpretado por Noomi Rapace, es una chica que de niña se hartó de ver los maltratos de su padre hacia su madre y lo atacó mortalmente. Uno piensa que lo mató pero cual cucaracha, mala yerba nunca muere. Como en tragedia griega, el padre (ruso refugiado en Suecia) quiere vengarse de su propia hija (¡!) y no le importa si la violan. Es más: se burla del conocido que la viola, diciendo que creía que tenía “mejor gusto”. La chica, de apenas metro y medio y 40 kilos, para colmo, tiene un medio hermano que es una mole de músculos, boxeador que padece un extraño mal llamado analgesia congénita. O sea, es insensible a heridas de amor (o de lo que sea) como la canción de Juanga. Creo que en La Paz abunda ese mal.
La secuencia final te mantiene al borde de la butaca, por favor vela en pantalla grande, las pelis que bajas de la red deberían ser las gringadas y no esta joya neuronal. El hermano se hace perdedizo, pero ambos títeres del destino, padre e hija, terminan algo maltrechos… por decir lo menos. No te estoy contando el final, nótese, no te sé decir cuánto me agradaría que vieras esta película antes de que la quiten, para todos los ingenuos como yo que creemos que historias similares no suceden aquí en BCS… ya sabrás. Ah, los nórdicos!
Quizá lo más sobresaliente en el personaje de la chica es que no va por la vida en plan de víctima, sino que se alía a su amigo, el periodista honesto, para que se haga justicia. Dicen que la justicia es ciega, pero aquí (BCS) salió refinada.

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