lunes, 5 de octubre de 2009

OTRA RIDÍCULA PELÍCULA DE BAILE


Los hermanos Wayans están de vuelta esta vez con una cinta que en inglés simplemente se llama Dance Flick, esto es, película de baile. El título mexicano es atinado pues de paso se comenta que el género de películas de baile –no confundir con los musicales- es un subgénero bastante desafortunado, plagado de cursilerías y lugares comunes.
En efecto, la parodia logra igualar la fama ganada pulso de la ridiculez. Es que el simple hecho de bailar expone al ridículo. Los hermanos Wayans combinan ahora la famosa escena tantas veces vista ya del combate en la pista de baile, tipo duela, donde dos pandillas se enfrentan haciendo piruetas y la multitud enloquecida aplaude tanto a una como a la otra, pues ha perdido el juicio y cualquier faramalla los impresiona. Así, hay episodios de break dance, amalgamados con la típica actitud gangsta de ladrar contra el micrófono, en donde el rap, el hip hop y el reguetón –permítaseme escribirlo así, por favor- no son más que unos subgéneros musicaloides que algunos llaman música, pero que, bien se sabe, a duras penas sobrevivirán el juicio final.
Lo muy agradecible en esta cinta es la actitud completamente desenfadada para comentar y hacer referencia a la avalancha de películas en donde el baile es protagonista, y Fame es obviamente citada, con un interesante giro conceptual que echa literalmente la casa por la ventana, con todo y banderas arcoiris.
Uno a uno se muestran los estereotipos en torno a la comunidad negra en Norteamérica, con sus modismos, actitudes groseras y desobligadas en torno a la familia, el trabajo, el arreglo personal, el buen gusto al vestir, comer y ya no se diga todas las bromas sexuales por las que son célebres. Todos mis queridos lectores saben que el racismo es malo, mucho más ahora que Estados Unidos goza de un popular presidente Obama, que casualmente es negro pero no gordo ni usa ropa brillante de basketbolista o rapero. Y que se sepa, Obama no es malhablado sino un estadista elocuente. Aunque no tanto como los mexicas...
Digamos que la película hace bien en exponer la mala fama que tienen algunos representantes de la comunidad negra gringa y en pleno ejercicio democrático, la película puede ofender a algunos susceptibles de verse mal representados. Pero a estas alturas del 2009, entre tanta película apocalíptica que anuncia y hasta celebra el fin del mundo, muy pocos dejarán de carcajearse cuando vean a una embarazada que da a luz en plena pista de baile: el cordón umbilical estirado al máximo y el bebé nace en actitud Michaeljacksonesca, muy cool él, qepd.
Y no te creas que todos en la cinta son negros, no. Por supuesto, la galana es castaña y de piel clara, para envidia mutua, pues cuando el novio negro ve chicas negras cerca finge que ya no son novios y viceversa, cuando la güera ve chicos rubios cerca finge no tener novio negro. El resultado es una cinta accidentada y de final abrupto, pero extrañamente en perfecta armonía con el desajustado subgénero cinematográfico con el que se le asocia y la sociedad misma a la que pertenece, un país cuyas cárceles están plagados de negros y en cuyas iglesias, cuando el coro canta, sobresalen las voces negras y sus infaltables gordas gritando aleluyas. Bien por los Wayans Bros. y su humor ácido y cáustico.

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