lunes, 5 de octubre de 2009

REENCUENTRO


Helen Hunt es una revelación en esta película, ya no sólo como actriz, sino como guionista, directora y productora (¡!). Lo relevante aquí es que como actriz no hay duda de que la Hunt es talentosa, ya que en 1997 se convirtió la segunda mujer, después de Liza Minelli, en ganar en el mismo año el Oscar, un Globo de Oro y un Emmy. Californiana nacida en 1963, en Reencuentro hace de una mujer de 39 desesperada por ser mamá por primera vez. Ejem, hacer ese papel a los 40 y tantos involucra valentía, o qué se yo, quizá alguna motivación personal y secreta. Pero es primera vez que conjuga tantos roles, ya que como productora es quien pone la lana, lo cual habla bien de su monedero; como directora, pues sale avante con el paquete de dirigir nada menos que a Bette Midler, toda una institución americana a la hora de poner alguien tan judía y cantante como Barbara Streisand, pero más al estilo de Piggy de los Muppets. Esto es, la Midler es una diva americana de la comedia, con la genial combinación de que también posee un vozarrón conmovedor. Siguiendo el tren de ideas, como guionista, Helen Hunt también demuestra ser capaz de contar una historia enredosa con una gracia superior al promedio de los grandes estudios. Pues bien, Hunt protagoniza aquí a una hija dada en adopción por el personaje a cargo de Bette Midler.
Es curioso como Reencuentro presenta casi en tono de comedia una historia que en México sería garantía del tratamiento típico de Silvia Pinal y sus casos de la vida real. Con quince años, Midler queda embarazada y la da en adopción en pos de una carrera artística. Por otro lado, el personaje de Hunt es una mujer frágil que decide ser maestra de primaria y dar amor a los niños, aunque no le paguen mucho (en eso, México y Estados Unidos se parecen bastante!). Cuando sus papás mueren, Midler aparece en su vida con la intención de reconquistar su corazón, pero Hunt es bastante racional y no se deja impresionar por la champaña y el estilo de vida de celebridad que su madre biológica parece disfrutar. El dinero no es la felicidad, pero contribuye.
Como la perfección no existe, la mala nota la da su esposo, un inmaduro codependiente con su madre. Cual animalita en brama, April anda en busca de un hombre que la haga madre, pero todo falla. Ni modo, tiene que recurrir a la inseminación artificial, y aunque ella no quería adoptar, termina siendo algo muy parecido, puesto que el bebé resulta pertenecer justamente al grupo étnico que alguna vez en los diálogos, se le oye decir que no desea tener. Ese detalle convierte a la cinta en una broma cruel e involuntaria, puesto que ya no sé si la corrección política en Estados Unidos ha llegado tan lejos que te impide saber el origen étnico del donador del esperma? No lo creo. Creo que una cosa es ser racista y otra muy distinta, el derecho a tener una preferencia por tal o cual perfil étnico. Aunque, ya sabemos, la genética es una cajita de sorpresas.
Como contraparte, el galán que aparece en la vida de April es Frank (Colin Firth), el mismo de Bridget Jones y de Mamma Mia, esta vez en el papel de un escritor iracundo abandonado por su mujer y con 2 niños a los que cuidar. Colin Firth, con su acento inglés y su cara de galán inteligente, entrega aquí el retrato de un hombre creíble que hace de esta cinta un agradecible reencuentro de talentos.

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